Corazonada

Por una corazonada, visité la biblioteca y me entretuve con la antología de cuentos hispanoamericanos. Sin asombro, examiné las marcas de óxido en la armadura. A pesar de este óxido y otras derrotas, el caballero aún conservaba el ánimo del primer día. Fui directo al último de los cuentos, que resultó ser Las ruinas circulares, el primer cuento de Borges que leí, allá en algún remoto texto de bachillerato. Múltiples relecturas me permiten recordar fragmentos literales de Las ruinas circulares, y también algún otro de El muerto, incluido en la antología. Qué curioso. Dos cuentos de Borges en ese libro. Revisando el índice comprobé que la antología incluye, para cada autor seleccionado, un solo cuento, con la excepción de Borges. Interesante decisión del antologador. Creo que proporciona indicios claros sobre su apreciación literaria. En la antología, el predecesor inmediato de los cuentos borgianos es el relato Corazonada, de Mario Benedetti. Este cuento, sin ser mi favorito de Montevideanos, triunfa en su propósito: evoca un contexto muy latinoamericano, con temática socialmente sensible, y con un estilo impregnado de humor. Este humor de Benedetti me trae imágenes inconexas y relativas a la predilección de los creadores uruguayos por encontrar la gracia en cualquier cosa, por reírse de sí mismos sin ningún problema, y por socavar lo solemne si hace falta. Recuerdo, por ejemplo, muchos temas del Cuarteto de Nos (No somos latinos, El día que Artigas se emborrachó, etcétera) o aquella murga de Agarrate Catalina, relativa a la visita de Chávez a la tierra oriental. Corazonada suscribe este humor criollo. Un humor que resulta genial por su honestidad que no rehuye la crudeza. Resulta genial por el simple obsequio de la risa. Pero sobre todo, y más en la obra de Benedetti, resulta genial porque permite narrar profundos dramas sociales con frescura y elegancia. En particular, creo que con esta clase de humor la estirpe oriental intenta encontrar el lado cómico de todas las tragedias universales que nos acometen día tras día, para hacer más tolerable el dolor. Corazonada es un buen ejemplo de esta afirmación.

Hombre de Madera

Música de mi tierra, del cantautor Ignacio Rondón. Excelente en todos los sentidos.

Quita de mi alma esta nostalgia
la tristeza que me embarga
que no me deja vivir.
Arranca de mi pecho esos amores
que causaron mil dolores
que no quiero repetir.

Déjame caminar donde caminas
respirar donde respiras
y ser sólo de ti.
Abre una ventana a lo posible
que será lo más visible
que yo pueda conseguir.

Déjame nacer en tu pradera
arraigarme a tus caderas
y jamás dejarte ir.
Llenarte con las cosas más hermosas
el respeto y también rosas
para verte sonreír.

Déjame ser tu fruto y tu mielera
para que cuando lo quieras
te sacies de mi.
Dispuesto a ser un hombre de madera
donde tus labios de seda sólo me besen a mi…

Dispuesto a ser un hombre de madera
donde tus labios de seda me besen a mi…
sólo a mi…

And yet after the rain

Después de la lluvia, la tarde dispersa los efluvios de la albahaca y la menta, y el último sol inicia su tímido repliegue entre los nubarrones. Las pisadas son firmes, porque el agua aún corre sobre la tierra y las hojas. El triunfo de la naturaleza y su ciclo, las sensaciones renovadas. En una tarde perfecta, llena de aromas, frescura, y recuerdos infantiles, podríamos acompañar el canto de los grillos y la brisa con el bueno de Coltrane interpretando After the rain.

Kludge

Según Wikipedia, un “…kludge (or kluge) is a workaround, a quick-and-dirty solution, a clumsy or inelegant, yet effective solution to a problem, typically using parts that are cobbled together.” Esta palabra la encontré por primera vez en un libro de Andrew Tanenbaum, hace ya muchos años. El contexto, no lo recuerdo. En todo caso, la computación es una de las disciplinas donde abundan los kludges, y a veces, o muchas veces, pueden tolerarse con cariño. La experiencia profesional me ha permitido ver cualquier cantidad de éstos, y también, humildemente, contribuir con su perpetuación. Por cierto, para las decisiones post-kludge, no olvidar nunca que si un sistema está funcionando perfectamente, lo mejor es dejar las cosas como están, no alterar nada.

Nueva edición del Borges de Bioy Casares

Desconocía la existencia de una nueva edición del Borges, ese libro magnífico y esencial para los amantes de la buena literatura, y en particular, de la obra del gran escritor argentino. Según los datos aportados por el vendedor, esta nueva edición fue publicada en enero de 2011 e incorpora, además del glosario actualizado, algo que extraño demasiado en la primera edición: el índice analítico. Es un libro voluminoso, con multitud de referencias, y las consultas de temas y autores específicos resultan casi imposibles a menos que se disponga de las capacidades de Funes el memorioso. Por fortuna, el índice y otros documentos pertinentes, como la enmienda de erratas, pueden descargarse desde el sitio web de esta magnífica obra: borgesdebioycasares.com.ar.

Además de todo el esfuerzo de documentación realizado por Bioy Casares, también debemos agradecer al Sr. Daniel Martino, quien ha realizado un trabajo estupendo con la edición de este libro. Obra imprescindible.

La mitad, en 1962

La lectura del Borges de Bioy Casares se suspende con pesar: resulta muy difícil resistirse al deseo de leer la próxima entrada del diario, y la próxima, y un poquito más, y ya es muy tarde, hay un sueño feroz. Pero pronto estaremos en la mitad exacta del libro, correspondiente a notas de 1962. El libro mezcla crítica y práctica literaria, humor, política argentina, y lo cotidiano, triviales chismes. Del libro ya he publicado antes dos fragmentos: la pequeña historia del anillo, y la observación de Borges sobre la competencia de los escritores. Me divierte mucho el hecho de que Borges y Bioy Casares a veces critican con ironía, o simplemente se burlan, de familiares y amigos, de literatos contemporáneos, e incluso de escritores que la crítica universal ha encumbrado. Multitud de autores argentinos y uruguayos que copan los textos de literatura reciben una calificación de mediocre (o menos) por parte de Borges y Bioy. Así, a Borges no le simpatizan autores que en Uruguay constituyen casi un patrimonio nacional, como Quiroga o Herrera y Reissig. Algunos clásicos españoles tampoco se salvan. Por ejemplo, Borges muestra una gran devoción por el Quijote, pero no le gusta el Mio Cid, y considera que Los trabajos de Persiles y Segismunda es un libro decididamente malo. No obstante, en muchas ocasiones, menosprecian algunas obras por su aborrecimiento a la particular afiliación política del autor. Especialmente, les desagrada casi todo lo que provenga de comunistas y afines. Ramón Gómez de la Serna, por su franquismo, entre otras cosas, tampoco les resultaba simpático. También, muchos de sus contemporáneos argentinos recibieron críticas y burlas en cantidad: hasta 1962, me parece que es Victoria Ocampo el blanco predilecto de los comentarios satíricos y burlescos de Borges y Bioy.

Ahora, para sus autores y libros favoritos ofrecen los mayores elogios. Borges no oculta su predilección por Homero, Kafka, Kipling, Stevenson, De Quincey, Chesterton, Shaw, y muchos otros. En una nota Bioy refiere que le gustó El Viejo y el Mar; para Borges, en general, Hemingway era un mal tipo. En relación con Quevedo, Borges dice que con el tiempo le ha ido perdiendo aprecio. A veces también se muestran ambiguos, cambiantes: Poe puede parecerles muy bueno, pero más adelante llegan a decir que Longfellow era mucho mejor, y celebraban la crítica de Emerson.

Personalmente, encuentro muy divertidas e instructivas todas estas notas. Espero que la otra mitad del libro resulte tan interesante como la primera.