Where Breathing Starts

Changing Places Where Breathing Starts

Changing Places, by the norwegian Tord Gustavsen Trio, is undoubtedly one of my favorite music albums. My zest for Changing Places is an avowal of my predilection for this kind of smooth, jazzy and evocative scandinavian music. All the tracks of the album stand on their own, each with their peculiar traits, deprived of needless repetition of chord patterns. The word I’d pick to summarize this album is: calm, and it’s indeed a perfect invocation of peace and calm, a great soundtrack for quiet nights or a background for extended, heavily-focused work sessions.

Released in 2013, Changing Places was entirely composed by the genius Tord Gustavsen, who also played the piano and was accompanied by Harald Johnsen (bass) and Jarle Vestepad (drums). Personally, I like to highlight 3 tracks of the album: the first one, Deep As Love, which is a piece of love indeed, followed by Graceful Touch, soft like a tender caress, and finally the beautiful, complex, and wonderful masterpiece of the album: Where Breathing Starts. Even the names of those tracks match perfectly.

Following albums by Tord Gustavsen have also been great (e. .g, Being There, The Other Side, etc.), but I keep going back to Changing Places. It’s outstanding and consistent.

Mujer Divina

Mujer Divina, Homenaje a Agustín Lara
Mujer Divina, Homenaje a Agustín Lara

Me gusta el álbum Mujer Divina, Homenaje a Agustín Lara por Natalia Lafourcade. ¿Cómo no va a gustarnos? Es una preciosidad. 13 temas del Flaco de Oro maravillosamente interpretados, provistos de frescura y amor. En cada canción Natalia se hace acompañar de reconocidas voces masculinas, con la notable, muy notable excepción de María Bonita, una versión acústica de impresionante belleza, interpretada en solitario por ella. Impecable música, para soñar. Gracias María Natalia, gracias Agustín.

Llegan lejanas, tristes campanas

…diciendo el día va a comenzar
el sol se expande, vuela una garza
ya la montaña es un madrigal
mansa la oveja, camina y pasta
junto al arroyo, te he de esperar.

Brillan ríos y cabañas
que la mañana tiñendo va
y en el rumor del agua
se mezcla el canto del manantial.

Ya en la mañana, canta el arroyo
nuestra canción de amor,
pero no estaba mi dulce niña
y el viento se la llevó.

Fragmento del tema “Amanecer y la espera” de Leonardo Favio (Luján de Cuyo, 1938 – Buenos Aires, 2012).

Hombre de Madera

Música de mi tierra, del cantautor Ignacio Rondón. Excelente en todos los sentidos.

Quita de mi alma esta nostalgia
la tristeza que me embarga
que no me deja vivir.
Arranca de mi pecho esos amores
que causaron mil dolores
que no quiero repetir.

Déjame caminar donde caminas
respirar donde respiras
y ser sólo de ti.
Abre una ventana a lo posible
que será lo más visible
que yo pueda conseguir.

Déjame nacer en tu pradera
arraigarme a tus caderas
y jamás dejarte ir.
Llenarte con las cosas más hermosas
el respeto y también rosas
para verte sonreír.

Déjame ser tu fruto y tu mielera
para que cuando lo quieras
te sacies de mi.
Dispuesto a ser un hombre de madera
donde tus labios de seda sólo me besen a mi…

Dispuesto a ser un hombre de madera
donde tus labios de seda me besen a mi…
sólo a mi…

La Orquesta del Titanic: Calíope, Crono y Poseidón

Hombres de Negro

Desde el pasado fin de semana escucho con gran deleite el nuevo disco de Serrat & Sabina: La Orquesta del Titanic. Conocía los promocionales, Hoy por ti, mañana por mí y Cuenta Conmigo, que preludiaban el disco cuya excelencia ya he confirmado. Particularmente, la canción Cuenta Conmigo comienza a recibir espacio en alguna radio venezolana.

En conjunto, los 11 temas del disco evocan imágenes nocturnas: como si Toulouse-Lautrec olvidara por un instante la voluptuosidad parisiense y se entregara a las visiones de una noche catalana. Un lienzo o música nocturna que puede disfrutarse a cualquier hora. Además, este particular ejercicio de exégesis encuentra multitud de sabores en los versos: como si estas canciones fuesen escritas por Machado, Lorca o Garcilaso, al amparo de algún piano de Memphis, posteriormente corregidas por Baudelaire… y viceversa. Y antes de la publicación final, otros poetas, por ejemplo Benedetti o José Alfredo Jiménez, introducen pequeños ajustes aquí y allá, para perfeccionar los sabores. Dulces pasteles de muchas capas.

Entonces, como asceta en súbito éxtasis místico, comienzo a sospechar que La Orquesta del Titanic propone un juego, un juego muy serio, cuyo primer guiño se encuentra en el título mismo. Un trasatlántico hundiéndose, más por capricho de Crono que de Poseidón, pero, aunque todo va a perderse en las profundidades implacables, y aunque las vajillas flotan y los niños y las damas van primero y los magnates detrás, estos dos muchachos que acompañaron a Wallace Hartley hasta el final (presumibles polizontes, uno del Poble-sec y otro de Úbeda, si bien los registros históricos no son claros) nos demuestran que Calíope puede superar la impiedad de otros dioses, derrotar todo: a la presión subacuática, a la concentración salina en los pulmones, a la envidia de Poseidón, al paro, a la inflación y a las canas en la garganta. La música, cuando es excelente, asegura su eternidad, y sobre todo, su trascendencia. Y la música en La Orquesta del Titanic es excelente.

Me he divertido sintiendo las similitudes entre el tema homónimo y Los Fantasmas del Roxy. Además, prolongo el juego de los versos: Mujer de sombras y de melancolía, aunque éramos asquerosamente jóvenes y nunca saco a pasear el corazón, recuerda que a veces amanecía por detrás del malecón y las orquestas, y recuerda también que el amor no tiene cura y es eterno mientras dura. Disculpa que me distraiga por tener que soportar a tanto idiota: lo que pasa es que estalla una bomba en la noche de paz, lo que pasa es que apesta a zambomba el mensaje del Rey. No prometo ser el ángel en tu cielo, porque lo peor del cielo es que está tan lejos de aquí, y además qué falta le haría otro ángel al cielo. Perdona también si me ves cínico o huraño, si te horroriza mi colección de cromos de barcos piratas sin ley, mi colección de escarabajos aplastados… te entiendo… hoy un escarabajo, mañana… quién sabe mañana. Lo único que puedo prometerte es que si buscas alguien que te trate mal, cuenta conmigo.

De este disco me complace especialmente la novedad de composiciones y la simbiosis: no es Serrat, no es Sabina, es Serrat & Sabina. Podría ser, a veces, Tarrés & Sabina. Disco totalmente recomendado.