Banzaaaaaaaaaaaaaai

¡Campeones!

¡La final del Mundial de Fútbol Femenino fue pura emoción! Homare Sawa es una jugadora de leyenda, y la verdad, ¡partidazo entre Japón y Estados Unidos! Nadie podrá negar que Estados Unidos llevó el peso ofensivo del juego (Abby Wambach y Megan Rapinoe son infatigables), que contó por decenas sus ataques, y sin embargo, sucumbió bajo el peso de sus errores en las áreas, errores que siempre se pagan muy caro. Estados Unidos es un equipo potentísimo, y ¡por dos veces estuvo tan cerca de la victoria! Pero la primera vez Japón logró el empate a falta de pocos minutos para el final, forzando la prórroga. Y luego, cuando también faltaban algunos minutos para terminar la prórroga, con Estados Unidos nuevamente arriba en el marcador, Japón volvió a empatar y forzó los penales. Y ya en los penales fue todo Ayumi Kaihori, todo Japón. Enhorabuena para las Nadeshiko: pura perseverancia, no renunciar nunca. Gran partido para ambas selecciones.

Aparte: El crecimiento del fútbol japonés asombra por su vértigo. Es un divertido ejercicio de imaginación preguntarse qué logros habría obtenido Japón si hubiese podido venir a la Copa América.

La Espera

Venezuela a semifinales de la Copa América (Argentina 2011)

Desde chiquito viendo a la selección… perder. Venezuela nunca apareció asociada a los resultados positivos en el fútbol. Prácticamente no existía aquí la cultura del fútbol, y era muy bajo el porcentaje de gente que seguía los juegos de la selección. Total, nuestra selección era la única de Suramérica con una garantía inflexible: la derrota. La victoria de esta noche, ese 2-1 contra Chile, nos coloca por primera vez en semifinales de una Copa América. Las cosas han cambiado mucho, para bien.

Que el rival de esta noche haya sido Chile me trae especiales recuerdos. No olvido un partido por las eliminatorias suramericanas para el mundial de Francia 98, por allá en el lejano 1996. Precisamente nos visitaba Chile, en Barinas. Mi evocación es clara. Era el Chile de Zamorano, Salas, Tapia… era la Venezuela de Stalin Rivas, Tortolero, Dudamel, Castellín. Relataba Lázaro Candal. Inesperadamente, comenzamos ganando con un gol de Diony Guerra. Y el marcador se mantuvo así, hasta el minuto 90. Ah, pero era la pobre Venezuela quien estaba ganando, y ¿qué era Venezuela? Eran los puntos que se llevaban automáticamente todas las otras selecciones suramericanas. Entonces el árbitro, presto a corregir entuertos, extendió el tiempo por varios minutos, tantos como hicieron falta para que el visitante empatara. Supongo que arbitrar una victoria venezolana en aquel tiempo significaba una deshonra.

Pero esta noche la historia es otra, y me permito celebrar con mis recuerdos, relajarlos. La meta es Brasil 2014. Felicitaciones a nuestra selección, honor al vencido, y gracias a ambos.

The Purpose of Writing

Calvin = Cool Modern Researcher

It’s not that exaggerated, indeed. A lot of scientific papers are just blatant mumbo-jumbo, written for the sake of uncommunication, for the sake of piling up academic publications. Worse yet, sometimes scientific writing promises everything and delivers nothing. I’ve just read an article entitled “Deus ex machina”, which promised a review of a current research linking metaphysics and computing, only to discover at the end of my reading that I had been framed: the article provides almost no new information and it fills the page talking about obvious things (remarks in the fashion of: “scientists are working on this interesting combination of fields”, “progress is expected”, “this research may answer important questions”, and pure zilch). That’s why scientific publications have to be handled with care, as you don’t want to waste your time reading void or undecipherable boasting.

La soledad del 10

Esencialmente, el mejor del mundo. El mejor, en fútbol, un deporte esencialmente colectivo. En el Barcelona al mejor del mundo lo rodean jugadores superlativos, en constante movimiento, capaces de soltar un zapatazo en cualquier momento y listo, gol. Contra un equipo como el Barcelona las defensas tienden a fragmentarse, a perseguir sombras, a desconcentrarse, porque los objetivos de marca y atención son muchos. En un ambiente así, insertado dentro de este laboratorio futbolístico, el mejor del mundo puede jugar a eso, a ser el mejor.

¿Pero qué sucede cuando el mejor del mundo está atrapado dentro de un esquema estático que tiende a anularlo? Nada. Eso, se diluye en la nada. La defensa rival puede concentrarse mucho en él, porque los otros objetivos resultan relativamente estáticos. Para que el mejor del mundo asuma esas credenciales debe estar rodeado de jugadores que sepan jugar sin balón, prestos para el desmarque y la recepción, corredores infatigables. Si esa condición no se satisface, el mejor del mundo tratará de extralimitarse en funciones, extraviándose tácticamente, diluyéndose para gloria de los contrarios y bochorno de los propios.

Además, en el fútbol el aspecto psicológico adquiere fundamental importancia. Un jugador, el mejor o el peor, al sentir que sus esfuerzos resultan infructuosos, propenderá al desánimo o a la desconfianza en sí mismo, el peor de los tormentos.

Particularmente, confío en la increíble amistad entre el mejor del mundo y el balón. Ojalá que lo ayuden a jugar: el fútbol real, esencialmente, nace de lo colectivo, de la armonía entre los talentos.

In the Name of Science

From ancient times through the 19th century, physicians used bloodletting to treat acne, cancer, diabetes, jaundice, plague, and hundreds of other diseases and ailments (D. Wooton, Doctors Doing Harm since Hippocrates, Oxford Univ. Press, 2006). It was judged most effective to bleed patients while they were sitting upright or standing erect, and blood was often removed until the patient fainted. On 12 December 1799, 67-year-old President George Washington rode his horse in heavy snowfall to inspect his plantation at Mount Vernon. A day later, he was in respiratory distress and his doctors extracted nearly half of his blood over 10 hours, causing anemia and hypotension; he died that night.

Today, we know that bloodletting is unhelpful because in 1828 a Parisian doctor named Pierre Louis did a controlled experiment. He treated 78 people suffering from pneumonia with early and frequent bloodletting or less aggressive measures and found that bloodletting did not help survival rates or recovery times.

Ron Kohavi, Roger Longbotham, and Toby Walker (Online Experiments: Practical Lessons, IEEE Computer, September 2010)

Not so unwonted

It seems unwonted is not so unwonted. Esta madrugada me llegaban los ecos de wont. En alguna parte había visto, recientemente, esa palabra de la cual sin duda deriva unwonted. Un poco de paciencia fue suficiente inversión para obtener la respuesta. En el segundo párrafo de The Cask of Amontillado, Poe escribe:


It must be understood that neither by word nor deed had I given Fortunato cause to doubt my good will. I continued as was my wont, to smile in his face, and he did not perceive that my smile now was at the thought of his immolation.

Recordé que en una lectura de ese cuento acudí al diccionario por causa de wont: adj. accustomed; used (usually followed by an infinitive): He was wont to rise at dawn. Claramente, el significado de unwonted se desprende de esta definición.

200

¡Venezuela bicentenaria! Hoy conmemoramos 200 años de la firma del Acta de la Declaración de Independencia de Venezuela. Esta patria, madre de sabios y valientes, puso la piedra fundamental de la libertad suramericana el 5 de julio de 1811. En las primeras horas del 4 de julio de ese año, un joven Simón Bolívar discurría en la Sociedad Patriótica:


No es que hay dos Congresos. ¿Cómo fomentarán el cisma los que conocen más la necesidad de la unión? Lo que queremos es que esa unión sea efectiva y para animarnos a la gloriosa empresa de nuestra libertad; unirnos para reposar, para dormir en los brazos de la apatía, ayer fue una mengua, hoy es una traición. Se discute en el Congreso Nacional lo que debiera estar decidido. ¿Y qué dicen? Que debemos comenzar por una confederación, como si todos no estuviésemos confederados contra la tiranía extranjera. Que debemos atender a los resultados de la política de España. ¿Qué nos importa que España venda a Bonaparte sus esclavos o que los conserve, si estamos resueltos a ser libres? Esas dudas son tristes efectos de las antiguas cadenas. ¡Que los grandes proyectos deben prepararse con calma! Trescientos años de calma, ¿no bastan? La Junta Patriótica respeta, como debe, al Congreso de la nación, pero el Congreso debe oír a la Junta Patriótica, centro de luces y de todos los intereses revolucionarios. Pongamos sin temor la piedra fundamental de la libertad suramericana: vacilar es perdernos.

Este discurso impetuoso y elocuente representa, por cierto, el primer discurso bolivariano conocido. Allí en la Sociedad Patriótica se concentró la juventud pro-independentista bajo la égida de uno de los mayores colosos de la libertad de los pueblos: Francisco de Miranda, prócer fascinante, complejo, universal, adelantado a su tiempo. Miranda había traído a Venezuela su experiencia en las revoluciones de Europa y Norteamérica, su destreza para la dirección política de las fuerzas vivas de una nación, sus convicciones. Miranda, en suma, provee de impulso a una tendencia que había comenzado a gestarse mucho tiempo atrás (la realidad es siempre anacrónica, nos recuerda Borges). El 19 de abril de 1810 el Cabildo de Caracas había logrado la renuncia de Vicente Emparan, militar designado por España para gobernar la Capitanía General de Venezuela. Y antes, otros desconocimientos a la autoridad española: conspiración de los mantuanos (1808), conspiración de Manuel Gual y José María España (1797), rebelión del negro José Leonardo Chirinos (1795). El propio Miranda, en 1806, desembarca en Coro con una pequeña expedición libertadora que alcanza casi ninguno de los objetivos propuestos. Pero no es perseverancia lo que falta a Miranda, y por eso en 1811 lo vemos como gran figura de la fundación republicana.

La España de entonces, no hay que olvidarlo, estaba ocupada por las tropas napoleónicas. El reinado de Carlos IV se derrumbaba (si acaso alguna vez fue firme… ¿no era Godoy quien mandaba?), y el pueblo español sufría las agonías del desgobierno de los Borbones y de la “alianza” con los franceses (que entre otras cosas había traído descalabros como la derrota de Trafalgar). Resumiendo muchísimo (el motín de Aranjuez, el levantamiento del 2 de mayo, las bochornosas abdicaciones de Bayona), España quedó bajo el mando de José Bonaparte, hermano de Napoleón, aunque el poder en realidad estaba encarnado en Joachim Murat. Fue el gobierno de José Bonaparte quien designó al Capitán General posteriormente destituido en 1810. España tenía demasiadas cosas de las que ocuparse. Además, la élite venezolana ansiaba libertad de comercio y poder político. Por ejemplo, a los productores venezolanos nunca les satisfizo la constitución de la Compañía Guipuzcoana, que monopolizaba todos los intercambios comerciales entre España y la Capitanía General de Venezuela, en perjuicio de los comerciantes locales. ¿Qué sentido tenía tributar económica y políticamente a una monarquía ilusoria? Como puede suponerse, el estado de guerra en la península ibérica también influía muy negativamente en el comercio. Una guerra que ocurría en otra parte del mundo, y con la cual ellos casi no tenían nada que ver, venía a truncar los proyectos comerciales de los venezolanos.

Y finalmente, había un pueblo que quería su tierra. Quizás la mayor figuración histórica corresponde a las élites criollas, pero más allá de las élites había un pueblo, una mixtura de estratos sociales para nada indiferentes a aquella independencia. Y este pueblo es la fuerza motriz de las grandezas (y también de las miserias, cuando ocurren) que registra la historia de un país.

Enhorabuena a todos los venezolanos. El 5 de julio de 1811 es una estampa de nuestro origen, un recuerdo de nuestra procedencia. La historia de la independencia de Venezuela es la historia de un pueblo ilustrísimo, de un espíritu colectivo inmenso e infatigable, merecedor de todo el honor, de toda la gloria.

Unworldly

Por esa reprobable costumbre de pasar frente a los libros y extender el brazo, me reencontré con el diccionario Larousse inglés-español, viejo compañero del liceo. Lo abrimos y recordamos el proverbio hindú: “Un libro abierto es un cerebro que habla; cerrado, un amigo que espera; olvidado, un alma que perdona; destruido, un corazón que llora”. Nos fijamos directamente en una palabra infrecuente: unworldly: adj. espiritual; ingenuo. En resumen, ajeno a este mundo, por espiritual o por ingenuo. La curiosidad nos incita a buscar esta palabra en el diccionario que está al lado, un Webster que compré con mi papá, una tarde calurosa, cuando el inglés de la facultad exigía un poco más. En el lugar donde esperaba encontrarme con unworldly, justo antes del decididamente peyorativo unworthy, apareció el desconocido unwonted: adj. not common or usual; rare. Pensamos, algo divertidos: Really, unwonted is unwonted. Such an honest word!.

Vuelvo a colocarlos en el estante, como amigos que retornan a la calma de la espera. Y si el tiempo se llama olvido, que me perdonen mientras tanto.