El Conservador de Libros

Un conservador es la persona responsable de una colección específica en una institución para la conservación de alguna herencia o patrimonio cultural (como un archivo, una biblioteca, o un museo). El conservador se especializa en un tema relevante a la colección y está profundamente informado sobre el contenido de la misma. Es la persona responsable de seleccionar nuevo material para la colección; de escribir documentación, reportes, y catálogos que describan el material; de supervisar el mantenimiento y preservación del material; y con frecuencia también desarrolla otras actividades como la publicación de investigaciones relativas a la colección, la organización de reuniones con otros investigadores que deseen aprender sobre la colección, y tareas misceláneas. Un conservador puede ser un bibliotecario, un archivero, un historiador, o alguien con un grado académico avanzado y con dominio de múltiples temas. ¡Algunos conservadores tienen todos estos roles y capacidades!

El párrafo es una traducción mía del original: What is a curator?

Nadie acabará con los libros

Lo que nos da internet es, en efecto, una información en bruto, sin distinción alguna, o casi, sin control de las fuentes ni de su jerarquización. Ahora bien, todos necesitamos no solo verificar sino también dar sentido, es decir, ordenar, colocar nuestro saber en un punto determinado del discurso. ¿Y según qué criterios? Nuestros libros de historia, ya lo hemos dicho, a menudo se han escrito a partir de preferencias nacionalistas, de influjos a veces pasajeros, de elecciones ideológicas que se dejaban apreciar aquí o allá. Ninguna historia de la Revolución francesa es inocente. Danton es una gran figura para los historiadores franceses del siglo XIX; por doquier se le dedican grandes estatuas. Luego cae en desgracia, acusado de corrupción y Robespierre, el incorruptible, sostenido por historiadores marxistas como Albert Matthiez, vuelve a estar en auge. Consigue que le dediquen alguna que otra calle en los barrios periféricos comunistas, e incluso una estación de metro en Montreuil-sous-Bois. ¿Mañana a quién le tocará, ¿qué pasará? No lo sabemos. Necesitamos, por lo tanto, de un punto de vista, o por lo menos de algunas marcas, para acercarnos a este océano tumultuoso del saber.

Jean-Claude Carrière respondiendo en el capítulo La venganza de los filtrados.

 


Nota: Un libro magnífico, de ésos cuya lectura me cuesta suspender. Básicamente es una transcripción de charlas entre Jean-Claude Carrière y Umberto Eco. Además de los comentarios mordaces, contiene multitud de referencias a libros, pinturas, películas. La edición incluye unas fotografías excelentes. Recomendado para todos los amantes de los libros.

Mejor no lea

Mil ríos con sus respectivos amantes

Había comentado en Buscando detectives que en una librería me consiguieron un volumen con los poemas de Alejandra Pizarnik. Hoy fui a buscarlo. El volumen ofrece lo que promete, y me satisface. La poesía de Pizarnik es un embrujo, y celebro haber regresado a casa con este libro. Incluye, por supuesto, el maravilloso Caminos del espejo. Un placer.

Otra cosa, sin embargo, es el precio de los libros en Venezuela. Me parecen precios de escándalo, cercanos al robo. Estos días he comentado, he preguntado sobre el futuro de los libros, del libro como lo conocemos, con sus hojas al viento y su presencia en el estante. Puede que algún día elabore más mis ideas sobre este tema. Hay que hablar de Kindle, de Nook, de editoriales, de distribución, de acceso, etcétera. Pero podríamos preguntarnos ya: ¿no es mejor buscar un libro en Internet (e imprimirlo si hace falta) en vez de ir a que nos roben en una librería? Leer, en Venezuela, al estilo tradicional digamos, se está volviendo casi un lujo. Y mejor no pregunte por los precios de los libros técnicos. Mejor, quizás, mejor no lea.