Nadie acabará con los libros

Lo que nos da internet es, en efecto, una información en bruto, sin distinción alguna, o casi, sin control de las fuentes ni de su jerarquización. Ahora bien, todos necesitamos no solo verificar sino también dar sentido, es decir, ordenar, colocar nuestro saber en un punto determinado del discurso. ¿Y según qué criterios? Nuestros libros de historia, ya lo hemos dicho, a menudo se han escrito a partir de preferencias nacionalistas, de influjos a veces pasajeros, de elecciones ideológicas que se dejaban apreciar aquí o allá. Ninguna historia de la Revolución francesa es inocente. Danton es una gran figura para los historiadores franceses del siglo XIX; por doquier se le dedican grandes estatuas. Luego cae en desgracia, acusado de corrupción y Robespierre, el incorruptible, sostenido por historiadores marxistas como Albert Matthiez, vuelve a estar en auge. Consigue que le dediquen alguna que otra calle en los barrios periféricos comunistas, e incluso una estación de metro en Montreuil-sous-Bois. ¿Mañana a quién le tocará, ¿qué pasará? No lo sabemos. Necesitamos, por lo tanto, de un punto de vista, o por lo menos de algunas marcas, para acercarnos a este océano tumultuoso del saber.

Jean-Claude Carrière respondiendo en el capítulo La venganza de los filtrados.

 


Nota: Un libro magnífico, de ésos cuya lectura me cuesta suspender. Básicamente es una transcripción de charlas entre Jean-Claude Carrière y Umberto Eco. Además de los comentarios mordaces, contiene multitud de referencias a libros, pinturas, películas. La edición incluye unas fotografías excelentes. Recomendado para todos los amantes de los libros.

Buscando detectives

Ayer, sólo por contrariar premoniciones nacidas de la experiencia, visité dos librerías de acá en búsqueda de un libro que no iba a encontrar. “Contrariar” no es la palabra apropiada, mejor “confirmar”. El libro en cuestión es Trece Detectives, de G. K. Chesterton. Me enteré de este libro al leer una presentación del mismo en el blog de la Sociedad Chestertoniana de España. Las reseñas de Fran siempre despiertan una inmediata avidez de lectura, y tal fue el caso con su presentación de  Trece Detectives. Es un libro escrito por un genio, y abordando temas que me gustan: misterio, detectives. Total, anoté los datos del caso: Trece Detectives, Editorial Montesinos, 2009, Algún lugar de España, y fui a buscarlo y a no encontrarlo.

De las que me quedan cerca, visité las dos mejores. Inicié con la librería donde me he topado con ejemplares relativamente difíciles, como La Historia del Cine por Román Gubern. Aunque es pequeña, su vitrina no sucumbe a lo esperado. Sólo reconocí un título de Stieg Larsson, autor omnipresente en las vidrieras de estos días, y el volumen de Todo Mafalda. Los demás títulos, aunque sin interés para mí, aunque con evidente aspecto mainstream, por lo menos me resultaban desconocidos. En esa primera librería, sin embargo, no había nada de Chesterton. Entonces, ni contrariado ni confirmado, me entregué a una de mis mayores aficiones: deambular entre los títulos. Puedo siempre inventar algún motivo para visitar librerías, como ahora, que hablo de contrariedades y experiencias y confirmaciones y sin embargo yo sé que voy a una librería simple y puramente porque me gustan porque soy un bibliófilo de toda la vida y punto y deja de armar excusas que a nadie convencen. Mientras yo navegaba en el limbo de los títulos, apareció mi mamá con un volumen de Borges que yo quería y al cual había renunciado hace tiempo. Virtudes de las madres, que encuentran las cosas que los hijos quieren, a veces sin que éstos sepan realmente que las quieren. Por lo menos ese volumen de Borges salvaba la visita. En un descuido, en un error, mis ojos se encontraron con el libro de un laureadísimo escritor que no me gusta, y por llevar la contraria, mi pensamiento acudió a algún autor que me gustara… lo que vino a mi mente fue el poema de Alejandra Pizarnik que publiqué hace poco, los Caminos del espejo. Entonces pregunté por algún libro de Pizarnik. ¿Cómo se escribe? P-i-z-a-r-n-i-k. ¿Y qué busca específicamente? Nada específico, cualquier cosa. Tenemos algo de Pizarnik, sí, aquí dice el sistema que tenemos algo, pero está en depósito, déjenos su teléfono que nosotros buscamos el libro en depósito y le enviamos un SMS cuando lo traigamos a la librería. Bueno (y sé que lo van a olvidar y no me van a enviar ningún SMS).

La segunda librería está ubicada en otro centro comercial, más agradable, más caro. Allí la vidriera suele ser temática. A veces está dedicada a cine, a veces a música, a veces a algo que no me importa y no recuerdo, como sucedió ayer. Al entrar, los primeros libros, como ordena la buena lógica comercial, son los que más se venden. Niños magos gastados, vampiros edulcorados y con traumas de pendejos, Stieg Larsson otra vez, biografías de cantantes y actrices que nunca me han hecho mucha gracia. Viene la muchacha y le pregunto si tienen “algo” de Chesterton. Digo “algo”, porque preguntar específicamente por Trece Detectives, un libro que no vas a conseguir, suena presuntuoso o estúpido. ¿Cómo se escribe? C-h-e-s-t-e-r-t-o-n. Ah, se escribe como suena. Sí. Tenemos algunos, los voy a buscar. Y ya que está buscando, ¿tienen una antología de Miguel Hernández? Miguel Hernández, Miguel Hernández, a ver, no, no tenemos nada. Bueno, búsqueme los dos de Chesterton a ver si me gusta alguno y me lo llevo. La muchacha se pierde un rato y reaparece con dos libritos de Chesterton, uno delgadísimo y no escrito por Chesterton, citas de alguna gente tratando sobre Chesterton y su obra. No me interesa. El otro, mejor. El candor del Padre Brown. Éste me lo llevo. Muy pertinente, más al recordar que la reseña de Trece Detectives escrita por Fran inicia: “En 2011 cumple sus cien primeros años el agudo y entrañable Padre Brown…” Perfecto, celebremos el centenario leyendo historias del Padre Brown.

De salida, me encontré con el libro de Umberto Eco y Jean-Claude Carrière, Nadie acabará con los libros. No sé bien de qué va, pero el título para mí es fascinante, y más si consideramos que estos días el fin de los libros de papel, Kindle, Nook, son temas que han estado presentes en mis conversaciones y consultas a maestros y amigos. Me lo llevo. No encontré los Trece Detectives pero con esto y mi actual lectura de Saramago tengo suficiente para varios días.

Y bueno, anoche, comenzando la noche, me llegó el SMS. Doctor, tenemos el libro de Pizarnik. Ah, muchas gracias, pasaré buscándolo.