La Sentencia

Aquella noche, en la hora de la rata, el emperador soñó que había salido de su palacio y que en la oscuridad caminaba por el jardín, bajo los árboles en flor. Algo se arrodilló a sus pies y le pidió amparo. El emperador accedió; el suplicante dijo que era un dragón y que los astros le habían revelado que al día siguiente, antes de la caída de la noche, Wei Cheng, ministro del emperador, le cortaría la cabeza. En el sueño, el emperador juró protegerlo.

Al despertarse, el emperador preguntó por Wei Cheng. Le dijeron que no estaba en el palacio; el emperador lo mandó buscar y lo tuvo atareado el día entero, para que no matara al dragón, y hacia el atardecer le propuso que jugaran al ajedrez. La partida era larga, el ministro estaba cansado y se quedó dormido.

Un estruendo conmovió la tierra. Poco después irrumpieron dos capitanes, que traían una inmensa cabeza de dragón empapada en sangre. La arrojaron a los pies del emperador y gritaron:

-¡Cayó del cielo!

Wei Cheng, que había despertado, la miró con perplejidad y observó:

-Qué raro, yo soñé que mataba a un dragón así.

“La Sentencia” de  Wu Cheng’en (China, 1500 – 1582, o 1505 – 1580)

Teorías Insuficientes sobre la Naturaleza de la Oscuridad

Autor: Alejandro (relato experimental)

Listo. Ahora los niños no podrán acceder a esos mercados cibernéticos de la carne. Lucía une los muslos y me recuerda al nene tocándose frente al monitor. El bromazepam diluido en los capilares. En la maravilla de un alba me fui por tu cuerpo y no regresé. La facultad y cuando te descubrí y me gustabas. Ser autómata no cohíbe mi predisposición al disparate. Conjugación satisfecha en pasado. Y al llegar a tu vientre la alegría de escuchar fui feliz. Me gusta la nueva muchacha de administración, pero al jefe también le gusta. Lucía me mira extraño, y usa conmigo esos ojos hace días. Grito pero a ella le parece que gimo. Risa gutural. El demonio y sus cuernos. La sombra del poste decora la pared junto a la cama. Papá entra y apaga la luz. Ayer me acordé de mi primera novia. ¿Por qué sueño con ella? Cierto, los niños. La tengo a ella ¿y qué más? A veces me atormento con la idea de la eneuresis y su vuelta, porque ahora tengo a Lucía. Quiero golpear al gordo del 53. ¿Va a llevar estas hojillas? Vienen a precio nuevo. Sin embargo, ya no digo no. Los ojos verdes y poco más. Esos lentes la hacen ver aún menos femenina. Lucía es tan distinta, tan carente. Me encanta la tetona nueva. Quiere. Hoy no. Ahí está mirándome otra vez, inquisidora. Yo no. Pero Lucía es inteligente. El 15 comienzan a aplicar el aumento. Tal vez no merezco eso. ¿Irás a mi recital mañana? La valla la modelo en traje de baño cerveza y el neón. El carril derecho está más desahogado. La pornografía del tráfico desde la ventana de un séptimo piso. Lucía me mira. La tanga inverosímil de Lucía. A la cama que mañana tienen escuela temprano. Que la luz encendida como la mía a su edad. Me dice que tiene miedo y examen mañana. Pan, leche, jamón. El violín de Lucía. Lucía. El timbre que viola también la paz. Etcétera, gastos de venta y distribución, costo de ventas, ventas netas, estado consolidado de ganancias y pérdidas. Armazones de píxeles masacrándose unos a otros en la sala y su televisor. Olvido que el ascensor no funciona. Al fin llegamos. Para mí que es el arranque. Sin opciones llamo al primo mecánico. Siguió de largo. Creo que ahí viene Fernando. Ese auto lo conozco.

Listo. Espero que la maestra no se de cuenta de que la tarea se las hice yo.