Najljepši dan moje ljubavi

Poema de Slavko Mihalić (Karlovac, 1928 – Zagreb, 2007)

Danas je bio najlepši dan moje ljubavi.
Šetali smo zagrljeni, a ona nije bila uza me.
Ljubio sam joj usnice, a nisam je ni dotakao.
Sada mi ostaje da ovu beskrajnu sreću zasladim s malo samoće.

The Most Beautiful Day of my Love

Today was the most beautiful day of my love.
We walked embracing, yet she wasn’t beside me.
I kissed her lips, yet I didn’t touch her.
There is nothing left for me but to sweeten this happiness with a bit of solitude.

Slavko Mihalić (Put u nepostojanje (Journey into Nonexistence), 1956, traducido por Carolyn Owlett Hunter en Journal of Croatian Studies, XXVIII-XXIX, 1987-88).

Cui bono?

BORGES: «Una frase de Padre: “Si somos inmortales ya tendremos tiempo de hablar de todas esas cosas (existencia de Dios, etcétera)”. El Dios que condena a quien no cree en él, corresponde a una idea miserable de Dios. Aristóteles decía: “Yo prefiero que la gente crea que no he existido a que crea que fui un malvado”. Dios no pensaba así. Si te dicen: “Alguien en San Luis no cree que usted exista”. Bueno, ¿y qué? ¿Qué saca Dios de que nosotros tengamos o no fe en él? Cui bono?»

Parte de la entrada correspondiente al martes 23 de julio de 1968 en el libro “Borges” de Adolfo Bioy Casares.

Corazonada

Por una corazonada, visité la biblioteca y me entretuve con la antología de cuentos hispanoamericanos. Sin asombro, examiné las marcas de óxido en la armadura. A pesar de este óxido y otras derrotas, el caballero aún conservaba el ánimo del primer día. Fui directo al último de los cuentos, que resultó ser Las ruinas circulares, el primer cuento de Borges que leí, allá en algún remoto texto de bachillerato. Múltiples relecturas me permiten recordar fragmentos literales de Las ruinas circulares, y también algún otro de El muerto, incluido en la antología. Qué curioso. Dos cuentos de Borges en ese libro. Revisando el índice comprobé que la antología incluye, para cada autor seleccionado, un solo cuento, con la excepción de Borges. Interesante decisión del antologador. Creo que proporciona indicios claros sobre su apreciación literaria. En la antología, el predecesor inmediato de los cuentos borgianos es el relato Corazonada, de Mario Benedetti. Este cuento, sin ser mi favorito de Montevideanos, triunfa en su propósito: evoca un contexto muy latinoamericano, con temática socialmente sensible, y con un estilo impregnado de humor. Este humor de Benedetti me trae imágenes inconexas y relativas a la predilección de los creadores uruguayos por encontrar la gracia en cualquier cosa, por reírse de sí mismos sin ningún problema, y por socavar lo solemne si hace falta. Recuerdo, por ejemplo, muchos temas del Cuarteto de Nos (No somos latinos, El día que Artigas se emborrachó, etcétera) o aquella murga de Agarrate Catalina, relativa a la visita de Chávez a la tierra oriental. Corazonada suscribe este humor criollo. Un humor que resulta genial por su honestidad que no rehuye la crudeza. Resulta genial por el simple obsequio de la risa. Pero sobre todo, y más en la obra de Benedetti, resulta genial porque permite narrar profundos dramas sociales con frescura y elegancia. En particular, creo que con esta clase de humor la estirpe oriental intenta encontrar el lado cómico de todas las tragedias universales que nos acometen día tras día, para hacer más tolerable el dolor. Corazonada es un buen ejemplo de esta afirmación.

Hombre de Madera

Música de mi tierra, del cantautor Ignacio Rondón. Excelente en todos los sentidos.

Quita de mi alma esta nostalgia
la tristeza que me embarga
que no me deja vivir.
Arranca de mi pecho esos amores
que causaron mil dolores
que no quiero repetir.

Déjame caminar donde caminas
respirar donde respiras
y ser sólo de ti.
Abre una ventana a lo posible
que será lo más visible
que yo pueda conseguir.

Déjame nacer en tu pradera
arraigarme a tus caderas
y jamás dejarte ir.
Llenarte con las cosas más hermosas
el respeto y también rosas
para verte sonreír.

Déjame ser tu fruto y tu mielera
para que cuando lo quieras
te sacies de mi.
Dispuesto a ser un hombre de madera
donde tus labios de seda sólo me besen a mi…

Dispuesto a ser un hombre de madera
donde tus labios de seda me besen a mi…
sólo a mi…

And yet after the rain

Después de la lluvia, la tarde dispersa los efluvios de la albahaca y la menta, y el último sol inicia su tímido repliegue entre los nubarrones. Las pisadas son firmes, porque el agua aún corre sobre la tierra y las hojas. El triunfo de la naturaleza y su ciclo, las sensaciones renovadas. En una tarde perfecta, llena de aromas, frescura, y recuerdos infantiles, podríamos acompañar el canto de los grillos y la brisa con el bueno de Coltrane interpretando After the rain.