El Amenazado

Es el amor. Tendré que ocultarme o que huir.
Crecen los muros de su cárcel, como en un sueño atroz.
La hermosa máscara ha cambiado, pero como siempre es la única.
¿De qué me servirán mis talismanes: el ejercicio de las letras,
la vaga erudición, el aprendizaje de las palabras que usó el áspero Norte para cantar sus mares y sus espadas,
la serena amistad, las galerías de la biblioteca, las cosas comunes,
los hábitos, el joven amor de mi madre, la sombra militar de mis muertos, la noche intemporal, el sabor del sueño?
Estar contigo o no estar contigo es la medida de mi tiempo.
Ya el cántaro se quiebra sobre la fuente, ya el hombre se
levanta a la voz del ave, ya se han oscurecido los que miran por las ventanas, pero la sombra no ha traído la paz.
Es, ya lo sé, el amor: la ansiedad y el alivio de oír tu voz, la espera y la memoria, el horror de vivir en lo sucesivo.
Es el amor con sus mitologías, con sus pequeñas magias inútiles.
Hay una esquina por la que no me atrevo a pasar.
Ya los ejércitos me cercan, las hordas.
(Esta habitación es irreal; ella no la ha visto.)
El nombre de una mujer me delata.
Me duele una mujer en todo el cuerpo.

“El Amenazado” de Jorge Luis Borges (Buenos Aires, 1899 – Ginebra, 1986).

My Sweetheart on the New Year

Poema de Nizar Qabbani (Damasco, 1923 – Londres, 1998)

 

I love you
I do not want to link you with any memory of the past
nor with the memory of passing trains
you are the last train; night and day it travels
across the veins of my hands
You are the last train
and I am your last station.

I love you
I do not wish to link you with water… or wind
with the Muslim or Christian calendars
with the motion of ebb and flow
with the hours of solar and lunar eclipse
I do not care what the observatories say
nor the signs in the coffe cup
for your eyes alone are the prophecy
They alone are responsible
for the joy in the world.


Note: Translation by Lena Jayyusi and Christopher Middleton.

Quadras

Poema de Fernando Pessoa (Lisboa, 1888 – Lisboa, 1935)

 

Eu tenho um colar de pérolas
Enfiado para te dar:
As pérolas são os meus beijos,
O fio é o meu pesar.

A Terra é sem vida, e nada
Vive mais que o coração…
E envolve-te a terra fria
E a minha saudade não!

Se ontem à tua porta
Mais triste o vento passou
Olha: levava um suspiro…
Bem sabes quem to mandou…

Entreguei-te o coração,
E que tatos tu lhe deste!
É talvez por estar estragado
Que ainda não mo devolveste…

A caixa que não tem tampa
Fica sempre destampada
Dá-me um sorriso dos teus
Porque não quero mais nada.

Duas hora te esperei
Dois anos te esperaria.
Dize: devo esperar mais?
Ou não vens porque inda é dia?

Dias são dias, e noites
São noites e não dormi…
Os dias a não te ver
As noites pensando em ti.

Teus brincos dançam se voltas
A cabeça a perguntar.
São como andorinhas soltas
Que inda não sabem voar.

Ó minha menina loura,
Ó minha loura menina,
Dize a quem te vê agora
Que já foste pequenina…

Levas uma rosa ao peito
E tens um andar que é teu…
Antes tivesses o jeito
De amar alguém, que sou eu.

Rosa verde, rosa verde…
Rosa verde é coisa que há?
É uma coisa que se perde
Quando a gente não está lá.

Tenho vontade de ver-te
Mas não sei como acertar.
Passeias onde não ando,
Andas sem eu te encontrar.

O burburinho da água
No regato que se espalha
É como ilusão que é mágoa
Quando a verdade a baralha.

Boca com olhos por cima
Ambos a estar a sorrir…
Já sei onde está a rima
Do que não ouso pedir.

Não digas mal de ninguém,
Que é de ti que dizes mal.
Quando dizes mal de alguém
Tudo no mundo é igual.

Todas as coisas que dizes
Afinal não são verdade.
Mas, se nos fazem felizes,
Isso é a felicidade.

Todos os dias que passam
Sem passares por aqui
São dias que me desgraçam
Por me privarem de ti.

Não sei que grande tristeza
Me fez só gostar de ti
Quando já tinha a certeza
De te amar porque te vi.

Se há uma nuvem que passa
Passa uma sombra também.
Ninguém diz que é desgraça
Não ter o que se não tem.

Tens olhos de quem não quer
Procurar quem eu não sei.
Se um dia o amor vier
Olharás como eu olhei.

Ó loura de olhos tristes
Que me não quis escutar…
Quero só saber se existes
Para ver se te hei de amar.

Tenho umm livrinho onde escrevo
Quando me esqueço de ti.
É um livro de capa negra
Onde ‘inda nada escrevi.

Meu coração a bater
Parece estar-me a lembrar
Que, se um dia te esquecer,
Será por ele parar.

Tenho um desejos comigo
Que hoje te venho dizer:
Queria ser teu amigo
Com amizade a valer.

Dá-me um sorriso daqueles
Que te não servem de nada
Como se dá às crianças
Uma caixa esvaziada.

Poesía Hispanoamericana

Aquellos que disfruten la poesía revisarán con agrado las selecciones disponibles en el Repertorio Poético Hispanoamericano. Algunos poemas, como la Rima LXI de Bécquer y Los Hijos Infinitos de Andrés Eloy Blanco (dos de mis grandes favoritos), se encuentran grabados en la voz del autor de dicha web. Las selecciones son exquisitas. Un sitio recomendado.

Canción de Sergio Stepansky

Poema de León de Greiff (Medellín, 1895 – Bogotá, 1976)

En el recodo de todo camino
la vida me depare el bravo amor:
y un vaso de aguardiente, ajenjo o vino,
de arak o vodka o kirsh, o de ginebra;
un verso libre —audaz como el azor—,
una canción, un perfume calino,
un grifo, un gerifalte, un búho, una culebra…
(¡y el bravo amor, el bravo amor, el bravo amor!)
En el recodo de cada calleja
la vida me depare el raro albur:
—con el tabardo roto, con la cachimba vieja
y el chambergo agorero y el buido reojo,
vagar so la alta noche de enlutecido azur:
murciélago macabro, sortílega corneja,
ambular, divagar, discurrir al ritmo del antojo…
(¡y el raro albur, el raro albur, el raro albur!)

En el recodo de todo sendero
la vida me depare a ésa mujer:
y un horizonte para mi sed de aventurero,
una música honda para surcar sus ondas,
un corto día, un lento amanecer,
un lastrado silencio hosco y austero,
la soledad, de pupilas redondas…
(¡y ésa mujer, ésa mujer, ésa mujer!)

En el recodo de cada vereda
la vida me depare el ebrio azar:
absorto ante el miraje que en mis ojos se enreda
vibre yo —Prometeo de mi tortura pávida—;
ante mis ojos fulvos, fulja el cobre del mar;
¡su canto, en mis oídos mi grito acallar pueda!
y exalte mi delirio su furia fría y ávida…
(¡el ebrio azar, el ebrio azar, el ebrio azar!)

Y en el recodo de todo camino
la vida me depare “un bel morir”:
despéineme un balazo del pecho el vello fino,
destrice un tajo acerbo mi sien osada y frágil:
de mi cansancio el terco ir y venir:
la fábrica de ensueños —tesoro de Aladino—,
mi vida turbia y tarda, mi ilusión tensa y ágil…
(¡un bel morir, un bel morir, un bel morir!)


Nota: Un amable visitante del blog me ha referido a este poema que desconocía, señalando particularmente la presencia de la palabra fulvo en uno de los versos de esta Canción de Sergio Stepansky. Sirva entonces esta entrada como anexo a la entrada Los Leones Fulvos. Y gracias.

Despedida de un paisaje

No le reprocho a la primavera
que llegue de nuevo.
No me quejo de que cumpla
como todos los años
con sus obligaciones.

Comprendo que mi tristeza
no frenará la hierba.
Si los tallos vacilan
será sólo por el viento.

No me causa dolor
que los sotos de alisos
recuperen su murmullo.

Me doy por enterada
de que, como si vivieras,
la orilla de cierto lago
es tan bella como era.

No le guardo rencor
a la vista por la vista
de una bahía deslumbrante.

Puedo incluso imaginarme
que otros, no nosotros,
estén sentados ahora mismo
sobre el abedul derribado.

Respeto su derecho
a reír, a susurrar
y a quedarse felices en silencio.

Supongo incluso
que los une el amor
y que él la abraza a ella
con brazos llenos de vida.

Algo nuevo, como un trino,
comienza a gorgotear entre los juncos.
Sinceramente les deseo
que lo escuchen.

No exijo ningún cambio
de las olas a la orilla,
ligeras o perezosas,
pero nunca obedientes.
Nada le pido
a las aguas junto al bosque,
a veces esmeralda,
a veces zafiro,
a veces negras.

Una cosa no acepto.
Volver a ese lugar.
Renuncio al privilegio
de la presencia.
Te he sobrevivido suficiente
como para recordar desde lejos.

Wislawa Szymborska (Despedida de un paisaje, Fin y principio,
traducido por Gerardo Beltrán)

Caminos del espejo

Autora: Alejandra Pizarnik

I
Y sobre todo mirar con inocencia. Como si no pasara nada, lo cual es cierto.

II
Pero a ti quiero mirarte hasta que tu rostro se aleje de mi miedo como un pájaro del borde
filoso de la noche.

III
Como una niña de tiza rosada en un muro muy viejo súbitamente borrada por la lluvia.

IV
Como cuando se abre una flor y revela el corazón que no tiene.

V
Todos los gestos de mi cuerpo y de mi voz para hacer de mí la ofrenda, el ramo que abandona
el viento en el umbral.

VI
Cubre la memoria de tu cara con la máscara de la que serás y asusta a la niña que fuiste.

VII
La noche de los dos se dispersó con la niebla. Es la estación de los alimentos fríos.

VIII
Y la sed, mi memoria es de la sed, yo abajo, en el fondo, en el pozo, yo bebía, recuerdo.

IX
Caer como un animal herido en el lugar que iba a ser de revelaciones.

X
Como quien no quiere la cosa. Ninguna cosa. Boca cosida. Párpados cosidos. Me olvidé.
Adentro el viento. Todo cerrado y el viento adentro.

XI
Al negro sol del silencio las palabras se doraban.

XII
Pero el silencio es cierto. Por eso escribo. Estoy sola y escribo. No, no estoy sola.
Hay alguien aquí que tiembla.

XIII
Aun si digo sol y luna y estrella me refiero a cosas que me suceden. ¿Y qué deseaba yo?
Deseaba un silencio perfecto.
Por eso hablo.

XIV
La noche tiene la forma de un grito de lobo.

XV
Delicia de perderse en la imagen presentida. Yo me levanté de mi cadáver, yo fui en busca de quien soy.
Peregrina de mí, he ido hacia la que duerme en un país al viento.

XVI
Mi caída sin fin a mi caída sin fin en donde nadie me aguardó pues al mirar quién me aguardaba
no vi otra cosa que a mí misma.

XVII
Algo caía en el silencio. Mi última palabra fue yo pero me refería al alba luminosa.

XVIII
Flores amarillas constelan un círculo de tierra azul. El agua tiembla llena de viento.

XIX
Deslumbramiento del día, pájaros amarillos en la mañana. Una mano desata tinieblas, una mano arrastra
la cabellera de una ahogada que no cesa de pasar por el espejo. Volver a la memoria del cuerpo,
he de volver a mis huesos en duelo, he de comprender lo que dice mi voz.


Nota: Brillante. ¿No es infinito lo de “Cubre la memoria de tu cara con la máscara de la que serás y asusta a la niña que fuiste.”?

Brindis

Brindo por los aparecidos
y los desaparecidos
brindo por el amor que se desnuda
por el invierno y sus bufandas
por las remotas infancias de los viejos
y las futuras vejeces de los niños

brindo por los peñascos de la angustia
y el archipiélago de la alegría
brindo por los jóvenes poetas
que cuentan las monedas y las sílabas
y finalmente brindo por el brindis
y el vino que nos brindan

Mario Benedetti (Brindis, El porvenir de mi pasado)

Pregunta vieja, vieja respuesta

¿Adónde va el amor cuando se olvida?
No aquel a quien hicieras la pregunta
es quien hoy te responde.

Es otro, al que unos años más de vida
le dieron la ocasión, que no tuviste,
de hallar una respuesta.

Los juguetes del niño que ya es hombre,
¿adónde fueron, dí? Tú lo sabías,
bien pudiste saberlo.

Nada queda de ellos: sus ruinas
informes e incoloras, entre el polvo,
el tiempo se ha llevado.

El hombre que envejece, halla en su mente,
en su deseo, vacíos, sin encanto,
dónde van los amores.

Mas si muere el amor, no queda libre
el hombre del amor: queda su sombra,
queda en pie la lujuria.

¿Adónde va el amor cuando se olvida?
No aquel a quien hicieras la pregunta
es quien hoy te responde.

Luis Cernuda Bidón (Pregunta vieja, vieja respuesta, Desolación de la Quimera)